Una clienta nos comentó que tiempo atrás le pareció raro que, en un taller informal de otra ciudad, siempre que cambiaba pastillas de frenos le cobraban además el pulido, sin que ella lo pidiera, argumentando que es obligatorio y que “los discos siempre se pulen”. ¿Es esto cierto? Esta es de esas preguntas que no tienen respuestas tan simples como “sí” y “no”.
En este caso, y en general, la intención es buena: asegurar un frenado suave, sin ruidos, desde el primer momento. Pero pulir los discos de freno sin necesidad no solo es innecesario… puede ser perjudicial. Como lo es para un dentista tratar una carie en un diente sano.
En Rodi Motor Services, queremos aclarar este mito y explicarte cuándo sí —y cuándo no— conviene intervenir los discos al cambiar las pastillas.
¿Para qué sirven los discos de freno?
Los discos (o tambores, en sistemas traseros más antiguos) son la superficie contra la que las pastillas de freno ejercen presión para detener el giro de las ruedas. Son literalmente discos de metal hechos para resistir fricción. El material, con el tiempo, sufre desgaste, genera calor y puede desarrollar imperfecciones como:
- Ranuras o surcos por partículas atrapadas o pastillas muy duras.
- Alabeo térmico (deformación por calor extremo).
- Brillos o zonas vitrificadas por frenadas prolongadas.
Estos defectos pueden causar vibraciones en el pedal, ruidos al frenar o una menor eficacia de frenado.
¿Pulir siempre? No. Diagnóstico sí.
Como ya dijimos, no es necesario pulir los discos cada vez que se cambian las pastillas. No se trata de una obligación. De hecho, hacerlo sin motivo puede reducir su grosor útil y acortar su vida funcional.
En su lugar, lo correcto es inspeccionar los discos y decidir según tres criterios técnicos:
1. Espesor del disco
Cada disco tiene un espesor mínimo de seguridad (marcado en el propio disco o en el manual del fabricante). Si ya está cerca de ese límite, no debe pulirse, porque quedaría por debajo del umbral seguro. En ese caso, se deben reemplazar.
2. Estado de la superficie
– Si el disco está liso, sin surcos profundos ni alabeo, basta con limpiarlo con un desengrasante específico antes de montar las pastillas nuevas.
– Si tiene surcos leves o brillos, un ligero lijado manual (con papel de agua fino) puede ser suficiente para crear una superficie de agarre óptima.
– Si presenta surcos profundos, grietas o deformaciones, debe reemplazarse (no pulirse).
3. Compatibilidad con las nuevas pastillas
Las pastillas nuevas necesitan “asentarse” en una superficie uniforme. Si el disco está en buen estado, el asentamiento ocurre de forma natural en los primeros 200–300 km de conducción suave.
¿Por qué no se debe pulir “por costumbre”?
– Pulir en taller reduce el espesor del disco.
– Un disco demasiado delgado pierde rigidez, se deforma más fácilmente con el calor y puede fisurarse.
– En muchos casos modernos, los discos son más delgados y ligeros, por lo que no están diseñados para ser rectificados.
No se trata de pulir, sino de decidir con criterio
El mantenimiento de los frenos no se trata de aplicar recetas automáticas, sino de evaluar cada caso con precisión técnica. Cambiar las pastillas es solo una parte del sistema: los discos deben inspeccionarse, no se debe asumir a la rápida que están bien (ni que deben pulirse).
¿Vas a cambiar tus pastillas de freno?
En Rodi Motor Services, no solo instalamos pastillas de alta calidad, sino que medimos el espesor, inspeccionamos la superficie y comprobamos el alabeo de tus discos.
- Si están en buen estado: los limpiamos.
- Si están dañados: te explicamos por qué es mejor reemplazarlos.
Nunca adivinamos: medimos, diagnosticamos y actuamos con sentido. Confía en las manos y la experiencia de los expertos, agenda hoy tu visita a tu taller Rodi más cercano.

